La verdad incómoda: El liderazgo honesto no siempre gana… al inicio

Cuando ser honesto te hace incómodo para algunos, pero más líder al final...
Cuando ser honesto te hace incómodo para algunos, pero más líder al final...

 

Vivimos en una época donde parecer vale más que ser. Donde muchos líderes construyen su imagen a punta de simpatía, discursos suaves y sonrisas entrenadas. Pero detrás de esa fachada, a veces se esconde la falta de integridad, la ausencia de visión, y el ego disfrazado de cercanía.

Y sí, lo he vivido. He estado en salas donde el más popular era también el menos honesto. Y donde el que se atrevía a decir la verdad, a defender lo correcto, era tildado de “incómodo”, “conflictivo” o “difícil”.


Cuando el amiguismo desplaza a la ética

¿Sabes cuál es el verdadero riesgo de un entorno así? Que los equipos terminan premiando la apariencia, los favores, no el carácter.

Y cuando eso ocurre:

🔴 Se pierde el norte. 

🔴 Se toma lo urgente por encima de lo importante. 

🔴 Se elige al que “cae bien o al amiguito”, no al que hace lo correcto.

He visto cómo personas sin verdadera vocación de servicio llegan a posiciones de poder solo porque supieron favorecer a alguien o porque alguien más necesitaba una figura decorativa que les permita hacer sus cosas. Pero la falta de principios no se disimula por mucho tiempo. Tarde o temprano, se nota. Se paga. Y se cae.


Mi historia: Lo fácil hubiera sido callar. Pero preferí sostenerme en la verdad.

Hubo una etapa en mi camino como profesional y consultor en liderazgo, donde tuve que tomar una decisión: Callar para encajar… o hablar para incomodar. Escogí desde siempre la segunda opción.

Estaba rodeado de voces que me decían: 👉 “No te metas.” 👉 “Deja que eso lo resuelva otro.” 👉 “¿Para qué arriesgar si puedes quedarte bien con todos?”

Pero yo no había llegado hasta ahí para agradar. Había llegado para transformar. Y no se puede transformar nada desde la complicidad silenciosa.

Así que hablé. Me sostuve. Me expuse. Y claro, pagué el precio: incomodé a varios, y en algunos casos, fui malinterpretado pero también envidiado.

Pero gané algo mucho más valioso: mi coherencia. Mi paz. Y el respeto de quienes sí valoran la honestidad, los valores y un liderazgo real.


Cuando los falsos líderes se apagan solos

¿Sabes qué aprendí después de todo eso?

Que los líderes falsos brillan… pero por poco tiempo. Su ego, su sed de aprobación y su ambición personal los acaba traicionando.

Mientras tanto, los líderes íntegros avanzábamos más lento, sí. Pero avanzábamos firmes. Y cuando llegamos al objetivo "de limpieza", no necesitamos mentir para sostenernos. Llegamos con equipos fieles y persistentes, con credibilidad, y con una trayectoria que habla por ellos.


Liderar desde la verdad, aunque duela al principio

Aquí va algo que aprendí y que comparto contigo, sin adornos: 

👉 Ser honesto te puede quitar oportunidades al inicio… pero te abre puertas verdaderas a largo plazo.

👉 Ser ético no siempre te hace el más popular… pero sí el más confiable.

👉 No hay transformación real sin un liderazgo que se sostenga en la verdad, no en la apariencia.


 ¿Qué hacer entonces? 

Tres claves para sostener un liderazgo ético en tiempos de ego desbordado:


1️⃣ Define tus no negociables

¿Qué valores no vas a traicionar nunca, pase lo que pase? Tener esto claro te dará un mapa cuando la brújula moral de otros se desoriente.


2️⃣ Elige el impacto, no la aprobación

Pregúntate siempre: ¿Estoy tomando esta decisión porque es correcta… o porque me conviene?


3️⃣ Sé un espejo, no un disfraz

Tu liderazgo debe reflejar lo que realmente eres, no lo que otros quieren ver. La autenticidad puede ser incómoda, pero es magnética.


🧭 En conclusión:

Ser honesto en un mundo que premia lo falso es un acto de valentía. Pero si tú no lideras desde la verdad, alguien más liderará desde la mentira.

Y los equipos necesitan más que nunca a alguien que no solo los inspire, sino que los sostenga con ética, visión y coherencia.

Porque cuando el liderazgo es real, no necesita adornos. Solo necesita verdad.


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Porque liderar no es una posición. Es una decisión.


Espero que te haya gustado este artículo. Te veo en el próximo. 

Con cariño,

Carlos S. Olmedo C.

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